lunes, 9 de agosto de 2010

Ad nauseam, ad nauseam, o de la procastinación infinita frente a las cosas inevitables y temibles que aún así uno desea fervientmente.

Estoy convencido de que la postergación y el olvido son la materia que nutre este blog. No puedo evitar que caiga dentro de la categoría de lo cotidiano y de la divagación. He intentado escribir cosas más interesantes, divagaciones mentales y relaciones músico-literarias que más bien son incipientes ensayos. Aún más lejos he intentado seguir el progreso de mis croquis, práctica necesaria en mis estudios. Pero al final siempre olvido mi blog, mi fiel blog al que me aferro y que pocos leen. Tal es la situación de iterativa que varias de mis entradas arrancan por el mismo tema: la postergación miscelánea. Para variar y no perder costumbre, mi regreso a clases es otra motivación para llenar la página en blanco, de modo que mañana vuelvo a las aulas que tanta consternación me provocan. En fin, mea culpa.

Y esque estos han sido días extraños, no es lo mismo estar hecho un nudo que empezar a desatarse, que no es mas que una frase críptica para señalar que me he dado cuenta que el tiempo pasa factura; un parpadeo y pasa un año, otro parpadeo y ya han transcurrido dos, y así hasta que uno intuye lo inmutable de 10. Todo fluye, [Heráclito dixit] pero pareciera que nada cambia sustancialmente: los contradictorios avatares de la vida. Como es arriba es abajo, lo mismo ocurre con el tema aletargado en el tintero y las vicisitudes del autor.

En resumen, mañana vuelvo a la actividad y hoy espero recuperar contacto, y ya de paso, un par de dibujillos, de lo más decente que he hecho en estos de días de hueva tardía: