jueves, 21 de julio de 2011

Para leer al Pato Donald. "y con esto quiero dechire, que el sistema se mete hasta en las cajas de cereale"

O en los cómics para ser más precisos.

Originalmente esta entrada iba a ser una continuación de la serie de posts misceláneos que iba a escribir allá por octubre, pero que la verdad, por falta de tiempo o de interés ya no quise escribir. Por una parte no hay tanta falla porque quizá eran de corte más anecdótico. Pero bueno, ya les daré su lugar, sin mencionar que como suele suceder, el tema de cada entrada en este blog obedece a qué es lo que tengo en la cabeza en determinado momento, un híbrido digamos entre la reflexión y la espontaneidad.

Como sea. Hace algunos años había leído una columna en la -ya desaparecida -revista La Mosca en la pared [o al menos recuerdo que ahí fue] sobre un libro titulado "Para leer al Pato Donald. Comunicación de masa y colonialismo" que básicamente describía cómo el sistema burgués norteamericano percibía a las culturas sudamericanas y cómo esto quedaba manifiesto en las historietas de manufactura Disney que se publicaban [o publican] en Iberoamérica desde más o menos, los 60's. En aras de hacer esta entrada lo más breve posible [dado que siempre me expando en choros como el que contiene este paréntesis] diré solamente que desde entonces tuve ganas de leer dicho libro pero nunca hice intento alguno de conseguirlo hasta que recientemente lo ví / adquirí en una feria del libro de la UNAM. Resulta bastante oportuno mencionar que el libro se publicó en Chile en 1972, en tiempos de alta tensión política y social y a sólo un año del golpe de estado de 1973 orquestado por la derecha chilena y Estados Unidos que acabaría básicamente con la instauración de la dictadura de Augusto Pinochet.

El libro en sí es un análisis de 100 historietas de Disney [redactadas en el extranjero y luego publicadas en Chile], y de cómo los valores y utopías de la burguesía gringa quedan manisfestados en dichas historietas pese a que se ocultan con una apariencia infantil, inocente y hasta natural, en lo que parece ser una especie de colonización cultural a través de los medios masivos de comunicación. Dicho de otro modo, dado que las revistas se hacen en Estados Unidos, éstas reflejan los valores de dicha sociedad y de paso cómo perciben a otras sociedades [particularmente extranjeras]. Efectivamente reforzando el sistema. Enlistaré algunos ejemplos:

  • ¿Han notado que en el universo Disney, no hay padres? [y en algunos casos, sólo aparece uno] Rico McPato es el tío del Pato Donald, del mismo modo que que es el tío de Hugo, Paco y Luis; y así cualquier personaje Disney es primo, tío, sobrino o sobrino-nieto de alguien: los padres no existen. Esto genera una relación familiar horizontal, donde la única jerarquía vertical es aquella de dominante-dominado que se presenta en las relaciones entre personajes. Es decir, Donald no representa ninguna autoridad para sus sobrinos precisamente por no ser su padre; y lo mismo ocurre con el tío Mcpato. Esto permite que en cualquier momento los niños se muestren con mayor autoridad, inteligencia o valor moral que los adultos, invirtiendo el orden de una jerarquía familiar vertical pero manteniendo el esquema de dominante-dominado. Aquí lo importante es que el rol dominante lo tiene aquél que sigue los valores morales o económicos que se consideran correctos [o los que el sistema considera correctos].
  • El universo Disney es inmutable, y cualquier cambio genera caos y confusión. Cada personaje es un estereotipo: McPato es el avaro que lo único que hace es seguir haciendo crecer su fortuna pese a que esta es inútil porque es capital estático; Donald representa al ciudadano común que busca eriquecerse sin esfuerzo. Cualquier cambio de esquema en las historietas termina con una situación caótica que bien puede leerse como que el conformismo es mejor que el cambio.
  • Sólo hay dos clases sociales: dominante y dominado; roles que en las historietas quedan encarnados por ciudad y campo/extranjero; patrón y proveedor de servicios; sector primario y terciaro. Los personajes están polarizados: o son ricos o son clase-medieros; o son dueños de empresas o trabajan como proveedores de servicios; o viven en el campo o en los suburbios; se es bueno o malo; listo o tonto. En el universo Disney sólo existe el sector primario y terciario de la economía: no existen ni los obreros, ni los modos de producción, lo cual no impide que los personajes compren. En Patolandia nunca se produce, sólo se consume.
  • Las culturas extranjeras se perciben como inferiores, es más, ni siquiera se les llama por su nombre, aunque sean estereotípicas: Aztecland es una suerte de México; Inca-blinca, Perú; Inestablestán, Vietnam; y así. Los personajes Disney siempre van en busca de alguna aventura a alguna tierra extranjera motivados por la obtención de algún tesoro. Tesoro que los nativos poseen pero no le dan importancia y que los Patolandeses intercambian por alguna baratija. ¿Recuerdan ese mito del cambio de oro por espejos? Lo mismito pero con personajes Disney.
Y así podría seguir: disminución y esterotipo de la figura femenina, burla de las revoluciones sudamericanas y asiáticas, colonialismo, consumismo, revolución tecnológica, etc. Les recomiendo que lean el libro.

Lo interesante del asunto es constatar que a pesar de que no creo que exista algún Gran Hermano que escriba los guiones de las historietas con la total intención de controlar las mentes de los más jóvenes, me parece definitivo que los puntos de vista del sistema se filtran en las historias. Viene a mi mente el caso de Toy Story donde el niño Bueno es Andy y el malo es Sid, aunque otra lectura nos permita ver que Sid es un niño que hace sus propios juguetes mostrando una capacidad creativa distinta a la de Andy pero sigue siendo el malo porque cuestiona el orden impuesto: no obedece las reglas ni a sus mayores. El bueno es el que hace lo que le ordenan, el malo, no. Lo mismo sucede en las secuelas de la película, donde los villanos, pese a ser abandonados, olvidados y hasta traicionados reciben un castigo por tergiversar el orden "natural" de las cosas.

Es básicamente el mismo esquema de las escuelas gringas y que conocemos por series y películas: el popular es el personaje atlético y atractivo [que encarna una imagen idealizada y positiva del ciudadano gringo] y el malo [o dentro del esquema de la serie, perdedor] es el personaje impopular pese a su inteligencia, habilidades o sentimientos. Aún en las películas donde el nerd es el héroe, se termina siguiendo el esquema impuesto por el sistema: se queda con la chica guapa, obtiene su venganza, va a la universidad y eventualmente se convierte en un buen ciudadano no por sus cualidades o sus valores o sus logros, sino porque se le percibe como exitoso.

Traigo a colación el tema de jock vs nerd porque no pude evitar percibir el mismo esquema en las historietas de superhéroes. Todos los buenos tienden a ser atléticos y resuelven los problemas mediante el uso de la fuerza recibiendo admiración por ello, mientras que los villanos son los que usan su intelecto aunque sea para sus fechorías. Aquellos personajes que rompen con este esquema son inevitablemente castigados: El alter ego de Superman es un nerd, Batman es huérfano, Charles Xavier no puede caminar, etc. Resumiendo, son mutantes o sufren de algún tipo de discapacidad física o social.

Y ya para terminar, [dado que igual me extendí] los dejo con una viñeta de Para leer al Pato Donald, que bien puede reducir el mensaje del sistema oculto en la cultura pop: