viernes, 27 de marzo de 2009

lectura karma y más diálogos demoledores: El río del Oro

Alguna vez oí que uno no es el que encuentra los libros, sino que los libros lo encuentran a uno. Y me cae que sí. ¿no les pasa que un tema los sigue? ¿lo leen y es aparece algo con cierta conexión después? Leí 'buenos presagios' de Neil Gaiman, donde uno de los protagonistas es un demonio de nombre Crawley (que es ni más ni menos que la serpiente del génesis) pero le gusta tanto la tierra que vive en ella bajo el nombre humano de A. Crowley. Después se nos revela que 'A' viene por Anthony. Pero la referencia está ahí. Poco después leí en un blog que Jimmy Page hace un buen rato había comprado la malvibrosa casa de Aleister Crowley. A. Crowley. Así es este bussines.

Desde hace un buen estoy con que quiero leer 'el matadero 5' de Kurt Vonnegut. Pero la biblioteca central posee un agujero transdimensional a donde se van los libros y desaparecen sin dejar rastro y no lo encontré. Así que tomé otro libro de Vonnegut: 'Dios le bendiga Mr. Rosewater' de donde proviene el siguiente texto demoledor. Si usted ya vio Zeitgeist; o sabe de quién hablo cuando meciono los nombres Rockefeller o Rotschild y sabe a qué se dedican, ésta les va a encantar:

(...) Considero cruel al Gobierno que permite que nazca un (...) supermillonario como yo, y que otro nazca sin poseer nada. Me parece que lo menos que podría hacer el Gobierno es dividir las cosas equitativamente entre los niños. La vida ya es bastante dura para que la gente tenga además que preocuparse tantísimo por el dinero. Si lo compartiésemos mejor, en este país habría para todo el mundo.

-¿Serviría eso de algo?

-¿Sabes lo que sería no carecer de alimento, de no poder pagar al médico, de no poder dar a la familia cosas bonitas, un lugar alegre, seguro y cómodo para vivir, una educación decente y algunas diversiones? ¿Sabes lo que es avergonzarse de no saber dónde está el Río de Oro?

-¿El qué?

-El Río de Oro, donde fluye el dinero de la nación. Nosotros nacimos en sus mismas orillas, como la mayor parte de las personas mediocres entre las que crecí, con las que fui a escuelas particulares, con las que navegué y jugué al tenis. Nosotros podemos sacar oro de ese poderoso río hasta sentirnos felices. E incluso podemos tomar lecciones de buceo, para poder pescar con mayor eficiencia.

-¿Lecciones de buceo?

-¡Sí! ¡De los abogados! ¡De los técnicos en impuestos! ¡De los aduaneros! ¡Nacimos tan cerca del río que nosotros y nuestras diez sucesivas generaciones podemos nadar en la abundancia, sin más que utilizar cazos y cubos! Pero seguimos alquilando expertos que nos ayuden y nos enseñen el uso de acueductos, tanques, sifones, brigadas de cubos y la palanca de Arquímedes. Y nuestros profesores se enriquecen a su vez, y son entonces sus hijos los que aprenden a bucear.

-Nunca pensé que le quitara nada a nadie.

Eliot hablaba ahora cruelmente, pues sólo se preocupaba de teorizar:

-¡Es que nacimos así! Por eso no podemos comprender que las gentes hablen de los privilegiados, por eso no entendemos a los que hablan de Río de Oro. Cuando oigo que alguien niega que exista el Río de Oro pienso para mí: “¡Señor! ¡Pero eso es mentira, y una mentira de muy mal gusto!”

-¡Resulta emocionante oírte hablar del mal gusto! —Dijo el senador

-¿Quieres que empiece a ir otra vez a la Ópera? ¿Quieres que construya una casa perfecta, en una ciudad perfecta y me dedique de nuevo a navegar en vela?

-¡Como si te importara lo que yo quiero!

-Admito que esto no es el Taj Mahal. Pero ¿cómo podría serlo, con lo mal que lo pasan algunos americanos?

-Tal vez si dejaran de creer en esas cosas tan imbéciles como el Río de Oro y se pusieran a trabajar, no lo pasarían tan mal.

-Si no fuera verdad que existe el Río de Oro, entonces, ¿cómo conseguí yo ganar diez mil dólares hoy, sólo roncando, rascándome y contestando alguna vez el teléfono?

-Todavía es posible que un americano se haga rico por sí mismo.

-Seguro… Si alguien le dice, cuando aún es joven, que existe el Río de Oro, que no es una fantasía, y que haría muy bien en olvidarse del trabajo duro, el sistema de méritos, la honradez y todas esas mentiras, y dirigirse al río. “Ve donde están los ricos y poderosos, le diría yo. Y aprende de ellos. Son susceptibles a la adulación y al terror. Adúlales o asústales lo que puedas. Y una noche obscura te cogerán y, puesto el dedo sobre los labios, te avisarán que no hagas ruido y te llevarán a través de la obscuridad al río de la riqueza, el más amplio y profundo que jamás ha conocido el hombre. Te mostrarán tu lugar en la orilla, te darán un cubo. Saca todo lo que quieras, pero procura no hacer ruido con tu cubo. Podría oírlo un pobre.”


1 comentario:

Jessica Sosa Echagaray dijo...

oiga, que buen blog!! por que nadie ha comentado??